miércoles, 31 de diciembre de 2008
METRALLA
Y que el 2009 me permita, aunque sea de vez en cuando, juntarme con buenos amigos para hacer lo que más me gusta...
Con todos ustedes:
Metralla, un cortometraje de Adrián Tuero.
Que lo disfruten tanto como yo.
METRALLA from Adrián Tuero on Vimeo.
domingo, 28 de diciembre de 2008
SIEMPRE WES
Ayer me he dormido con Life Aquatic, y hoy al despertarme lo primero que he hecho después de hacerme un café ha sido ver Academia Rushmore. Las dos son geniales aunque yo prefiero a mis adorables Tenenbaums porque en el fondo añoro el poder llegar algún día a sentirme como los personajes de la obra maestra de Wes. El caso es que durante tres días he desempeñado el día a día al ritmo de la Banda Sonora de Life Aquatic. Son impresionantes las versiones que se incluyen en la película, todas ellas del brasileño Seu Jorge. Su voz y su presencia son tan especiales que Wes le reserva un papel en la película. Aunque creo que llega a ser tan especial porque el pequeño heredero de Renoir y Socorsese le cuelga de un mástil para que intérprete una canción. Cosas que tienen los genios. Os dejo con mi secuencia favorita en la que Wes demuestra que es uno de los cineastas más sinceros y sensibles del panorama actual.
jueves, 25 de diciembre de 2008
Mi abuela
No. Hoy no voy a escribir uno de mis post suicidas, aunque con ganas me quedo. Simplemente te deso, a ti lector que nunca firmas ninguna entrada, una feliz navidad. Que te aproveche y por el culo lo eches, -como dicen en mi casa.
Hoy quiero hablaros sobre mis dos abuelas que son algo especiales. Especiales y muy distintas la una de la otra.
Mi abuela por parte de padre tiene la capacidad de darle la vuelta a las cosas, en el peor y en el mejor de los sentidos.
-Abuela que edad tienes?
-Pues cada año uno más. Éste 48, hijo.
En cambio mi abuela materna ante una pregunta como esas preferiría hacerse la sorda. Como ocurre cada vez que le pido que vuelva por navidad, porque mi abuela detesta León y todo lo que le pueda alejar de la memoria de mi abuelo. Mi abuela materna, que es como mi madre pero en divertido, se parece a uno de esas celebridades que salen en Muchachada Nui. A ella le debo que estuviese a mi lado gran parte de mi infancia, y creo que tenemos una personalidad similar. Luego sabréis por qué.
Una pequeña historia de parecidos:
Hace tiempo, por estas fechas mi padre le regaló una bicicleta estática para que hiciese ejercicio porque mi abuela decía que estaba muy gorda y quería guardar el tipo para ir a ver a Roma al Papa. Luego el Papa la palmó.
Pobrecico, era un santo -dice mi abuela cada vez que le recuerda.
Ella siguió, con independencia de que el Papa ya no estuviese con nosotros, haciendo ciclismo de andar por casa. Pero lo realmente importante de todo esto es la capacidad que tiene mi abuela para conseguir sus metas. Un día, cuando volvió a casa por navidad le advirtió a mi padre que montase el rodillo de la bicicleta rosa que tenemos. Es una bici de paseo, rosa y muy grande que yo solía utilizar cuando era pequeño porque la heredé de mi hermana. ¿Me imagináis feliz con mi chandal amarillo de snoopy (parecido a los pijamas que venden en el rastro) montado en la bici? Pues así pasé mi infancia. Con unos zapatos snipe negros, el chandal-pijama amarillo y una gran bici rosa de paseo. También solía comerme unos bocatas de salchichón kilométricos que mi abuela me preparaba después de andar en bici (de dar dos vueltas a la calle) Así que cuando digo que mi abuela me recuerda a mi infancia es por algo. Volveremos sobre esto.
Finalmente mi padre montó el rodillo y mi abuela se lanzó a hacerse la maratón. Pero claro, había un problema. La bici estaba en la bodega.
León, invierno y bodega.
Una mezcla brutal porque el que conozca la zona sabe que aquí las temperaturas son excesivamente bajas. Pero el que conozca a mi abuela sabrá también que es una outsider, y aunque no tenga chandal “porque los pantalones son para los hombres y para las mujeres ligeras”, dice. Aunque no tenga nada que le pudiese proteger del frío, utilizó su imaginación. Nos advirtió que haría bici y así fue.
Elipsis.
Si una madre te pide que bajes a la bodega a por ajos para una receta que incluía un sabroso pollo a la cazuela no te niegas. Bajé a por ajos y supe por qué mi abuela es la imagen de mi infancia.
Juro que no sé que pasó por su cabeza. Ni siquiera pude hacer una foto. Recuerdo que se me cayeron los ajos al suelo, mientras allí estaba ella dándolo todo. A la velocidad de Perico Delgado. El sonido del rodillo era como el de la combustión de los viejos trenes, y mi abuela daba pedales con su mandil y su bata. Pero no parecía mi abuela. Era una mezcla entre la madre de mi madre y esos exhibicionistas que se tapan con una gabardina el cuerpo para despelotarse y enseñártelo todo. Porque efectivamente, también llevaba unas gafas de sol que le ocultaban la cara.
Pero por qué te pones las gafas de sol en la bodega?
Para que no me dé un aire, -respondió.
Tenemos a una mujer: 75 años, subida en la bici, sin medias y con una falda estilo monja. Dándolo todo con la bufanda roja y la chaqueta haciendo juego con las gafas de sol.
-Abuela joder, no es por tocarte los huevos pero el aire te dió hace tiempo.
Repetimos: con todo eso y unas gafas de sol wayfarer que no sé de dónde coño se sacó. Las gafas eran descomunales y además nadie las ha vuelto a ver por casa, mi madre dijo que no eran suyas y siguió con el pollo, mi padre se levantó del sofá y cortó el césped por primera vez, y yo me di cuenta que durante estos años había pasado por alto algo muy importante. Ese algo era:
¿Qué mierda es esto?
La preguntaba atravesaba mi cabeza mientras se cruzaba con la imagen de Chema y Espinete subidos en otra bici de doble asiento compitiendo contra mi abuela para ver quien llegaba primero a la meta.
Pensé una explicación:
Es posible que mi abuela quedase traumatizada por verme con el chandal de snoopy amarillo, los snipes y la bici de chica. O que la bici ejerza un poder sobre todo aquel que la utilice, una fuerza que impulse a disfrazarse, vestirse, o travestirse (según como se mire) Porque sinceramente, en ese momento yo no sabía si la persona que estaba allí subida podía sacarse la chorra o darme una ostia.
Estaba seguro que tenía que ser mi abuela; me lo confirmó el reloj que colgaba del techo. Un reloj parecido a los que hay en las viejas estaciones de tren y con los que empiezan todas las películas del oeste. El reloj estaba parado como si mi abuela lo hubiese congelado de darle tanto a los pedales, como Superman cuando giró la tierra para retroceder.
Es tan fácil como que mi abuela pertenece a un tiempo ficticio. Un tiempo que imita la realidad disfrazándola para que acabe siendo otra cosa mucho mejor.
Mejor y más divertida.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Le voyage du ballon rouge
Otra de Serra
domingo, 21 de diciembre de 2008
El Cant dels ocells
Iba a escribir sobre las despedidas, las clases de guión, los poemas de José Hierro y las comidas en el carrefour. Pero me he topado con esta joya y no he podido evitarlo.
Si viven en Madrid podrán verla en uno de esos cines acogedores. A ver si con suerte, cuando regrese a la capital, sigue en cartelera.
domingo, 7 de diciembre de 2008
Quien quiera que seas, gracias por darme una buena puntuación.
http://www4.loscuentos.net/cuentos/link/359/359016/
sábado, 6 de diciembre de 2008
Grace es un espejismo.
Antes de que pudiera contestar, apareció ante mí una de esas mañanas dulces que dejan entrar los rayos de luz por la ventana para que el calor baje envolviéndote hasta la espalda. Entonces, y tras ver ese sol resplandeciente, pude entender que la sonrisa de Grace seguía proyectada en el horizonte.
viernes, 5 de diciembre de 2008
LEÓN- MADRID/MADRID-LEÓN
Estoy convencido que la vida no es más que un viaje en el que debemos elegir el tren adecuado. Unas veces nos equivocamos y vamos a parar al sitio menos oportuno, otras nos bajamos antes de tiempo; o simplemente habrá ocasiones en las que no nos atrevamos a cogerlo por miedo a terminar tan lejos que seamos incapaces de volver.
Pero al final del trayecto pasan muchas cosas.
En el instante de llegada te atrapa la nostalgia por todo lo que hemos dejado durante el viaje. La mejor de las nostalgias, la auténtica, es aquella en la que añoramos nuestros sueños. Por eso hay gente que cuando llega a la estación de destino, tiene tanto miedo que sin pensarlo realiza de nuevo el mismo viaje a la inversa. Entonces, todo se tuerce porque lo vivimos al revés y comparamos demasiado: el primer beso con el último; la gente con la que coincidimos durante ese trayecto y la gente que conocemos realizando el trayecto a la inversa…
No creo que sea bueno tomar el miso tren para la idea y para la vuelta. Si lo hacemos puede ocurrir que nos reencontremos con viejas caras a las que desgraciadamente ya no podamos mirar de la misma forma. Precisamente en eso consiste la magia de coger un tren. Cuando decides bajarte puedes tener la suerte de conocer a gente que en otras circunstancias no sería tan decisiva en tu vida.
A lo mejor al coger ese tren, llegamos a un destino e intuimos que no es un buen momento porque las cosas han cambiado tanto que ya no hay nada por lo que volver. Y volver duele tanto que preferimos no viajar nunca más.
El recuerdo está repleto de seres humanos y sin ellos no sería lo mismo escuchar el disco que la chica de la que te habías enamorado ponía justo cuando subías las escaleras de su piso para ir a buscarla. O de una charla en un café una de esas tardes inagotables en los veranos de instituto. O cuando viste amanecer y pensaste mientras dabas una calada cinematográfica a tu cigarrillo lo que querías ser en la vida.
Si no cogemos el tren no buscamos. Y si no buscamos nunca llegaremos a saber cual es nuestra estación de destino.
Hoy he decido montar en un tren y he vuelto a sentir que el tiempo se desplazaba a mi al rededor y que las cosas se ven rápidas o simplemente no se ven porque no nos paramos en los detalles que hacen el día a día.
jueves, 4 de diciembre de 2008
León con Luna
No. No.
No viajo a París.
Pero vuelvo a un sitio que me trae los mismos recuerdos que esta vieja canción.
Feliz puente a todos.
lunes, 1 de diciembre de 2008
Vuelo contigo
Hay un momento en el que su cuerpo y el mío están tan cerca que su olor dulce y agradable se cuela por mi nariz y se bifurca en mi garganta subiendo hasta alcanzar la punta de mi lengua. Como si nos besáramos. Ella ríe y corre mirándome.
Intento apresarla con todas mis fuerzas para decirle que se venga conmigo pero se mueve tan rápido que me es imposible. Después se convierte en el agua de una piscina y me envuelve. Muevo mis brazos con libertad sumergiéndome en un fondo muy profundo. Buscándola.
Pero se ha volatilizado en las miles de burbujas que se forman cuando sacudo mis piernas con violencia.
Dejo de nadar y subo a la superficie haciéndome el muerto para ver si así se apiada de mí. Pero mis manos están tan arrugadas que resultan desagradables, mi piel ha tomado un color rosa muy repugnante. Ella se ha ido y no va regresar.
Entonces se me ocurre suicidarme metiendo la cabeza hasta que el agua tape mi nariz y mis ojos puedan contemplar el reflejo de un mundo distorsionado. Doy volteretas ante un cosmos lleno de burbujas, alterado y grotesco. Me ahogo y el aire se me escapa… Y ella me vuelve atrapar entre sus brazos. Al final acaba diluyéndose en el aire que me falta.
Ahora fumo un cigarrillo en la terraza de mi piso y el viento que sopla de frente me hiela las manos. La paloma que está en el bloque de pisos justo en frente de mí echa el vuelo hasta posarse en la barandilla donde descansan mis brazos. Sube la cabeza y dice: - Todo lo que tiene forma desparece en un instante.
Despierto llorando y asustado repito a gritos su nombre por si consigue oírme y decide llevarme con ella.
Madrid con luna
Y no es buena idea escribir si te sientes nostálgico .
En breve actualizo como es debido. Pido disculpas por este parón temporal tan largo