lunes, 7 de julio de 2008

Un beso

Se deslizaba por el vientre del joven mientras su boca pronunciaba las palabras que había oído decirle mil veces en un mismo día. Volvió a él para agarrar su cuerpo, repasando cada uno de sus puntos flacos, y terminó exhalando una bocanada de aire capaz de abrir a partir de su mirada escrutada en el rostro del amante, un agujero por el que colarse y escapar. Los dos, entrelazados, giraban en el sentido de orbitas espaciales. Infinitas. Y el tiempo prometió dislocarse para que al final, y de manera caprichosa, de nuevo se juntase en la comisura de ambos labios. Fue entonces cuando los fonemas retumbaron desde la garganta hasta el corazón; y sus palitos, formaron en aquel preciso instante una sóla consonante. Una única melodía final.
La vibración que hacía que se deseasen tanto.

No hay comentarios: