viernes, 2 de enero de 2009

Se terminó el 2008. No me comí las uvas porque me vino una arcada de esas que te cambian el color de la cara; mi abuela brindó con una copa imaginaria; nos dimos muchos besos (este año eramos uno más); mi perro lució unos cuernos de reno que abultaban más que él (el pobre está muy mayor); H hizo su imitación de Julio Llamazares (sin la camisa y con papel higiénico pegado en la frente nos recitó de memoria un fragmento de "El río del olvido"); D y yo nos bebimos una botella de ron Zacapa; hubo muchos más abrazos y algún brindis de por medio. Sonó Rafael, The Killers y Los Heroes del silencio (los heroes siempre)
Y realmente empecé el 2009 como todos los años desde hace nueve: tumbado en la cama con un dolor de cabeza tremendo y con una sonrisa de oreja a oreja. Estiré mis brazos y me di cuenta de que las camas de matrimonio se me quedan grandes...